Fin de finales me eligieron mi primer profesor-eclesiástico Juan Martínez de Siliceo. Me enseñó un poco de latín pero fue muy indulgente y por eso mi padre le destituyó . En el futuro se volvió mi confesor. Desde el año 1541 mis nuevos profesores fueron Cristóbal Calvete de Estella (de latín y lengua helénica), Honorato Juan (de matemáticas y arquitectura), Juan Ginés de Sepúlveda (de geografía e historia). Conmigo estudiaron otros 50 hijos de la nobleza española.
Mi corte aumentaba y mi padre nombró a Don de Zuniga mi profesor de educación física y modales. Era muy severo y eso no me gustaba. Pero gracias a él me volví maestro en esconder las emociones, y la gente me evaluó como una persona fuerte y me respetó.
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